domingo, 24 de febrero de 2019


¿Cómo discutimos? Razones, emociones y tribus morales
Enviado por IntraMed News al Dr. Juan Carlo Amatucci; Médico y Periodista
"Lo que la gente realmente quiere no es el conocimiento sino la certidumbre." Bertrand Russell
Nuestras controversias actuales expresan más la lealtad a una tribu intelectualque el intercambio de ideas que busca el conocimiento común. En la era de la posverdad simulamos intercambiar ideas mientras luchamos por nuestras identidades tribales. Ninguna controversia se resuelve cuando los disputantes afirman "yo pienso", pero en realidad sienten: "yo soy". Son identidades y no ideas en pugna. Las afirmaciones dejan de referirse a los hechos (fácticas) para referirse a juicios morales (normativas). Pero el "deber ser" nunca se deduce del "ser", es una falacia. Deducir oraciones normativas a partir de oraciones descriptivas es lógicamente imposible. Ejemplo: Una persona come mucho (se refiere al "ser", descriptivo); entonces esa persona debe ser golosa e incontinente (se refiere al "deber ser", normativo). En la era de la polarización y la indignación, las discusiones son insolubles porque ignoran la fisiología. La certeza es una emoción que se percibe como una cognición. Y esto es igual para quien afirma una verdad basada en pruebas como para quien afirma una falsedad sin ellas.Vivimos rodeados de afirmaciones plausibles, creíbles, pero falsas. La verdad se ha subordinado a las pasiones. Este fenómeno no es ni inocente, ni espontáneo, es manipulativo.
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Es más fácil jugar al Candy Crush que mirar el paisaje avanzar por la ventana del tren. Es más fácil insultar que razonar. Es más fácil el exabrupto que el silencio. Y es más fácil el silencio cómplice que decir lo que realmente piensas. Isabel Coixet
Neurobiología de la toma de decisiones: "El  conflicto es entre una decisión impulsada por la COGNICIÓN y otra impulsada por la EMOCIÓN. Una vez decidido, la corteza frontal envía órdenes a la "corteza premotora", que las pasa a la corteza motora, que las pasa a los músculos. Y se produce un comportamiento o conducta".
El éxito en la resolución de problemas requiere juntar toda la información verdadera relevante disponible, pero los investigadores han demostrado que los sujetos recuerdan los buenos argumentos de su lado y los malos argumentos del oponente. Si las coaliciones compiten en una forma colectiva de suma cero por el estatus (derecho relativo para determinar los resultados), entonces los criterios para aceptar información y permitir que se vuelvan inferencialmente operativos deberían variar con su efecto probable sobre el derecho relativo de la propia coalición. El valor de la verdad solo debe ser un factor en la medida en que sea demostrable públicamente de forma inminente y, por lo tanto, al abrazar los errores corre el riesgo de ser desacreditado. La epidemiología del relativismo debería rastrear la estimación implícita de cómo les iría a los reclamos centrales de coalición si se evaluaran objetivamente. La polarización y el aumento de la identificación con la coalición deberían asociarse con una reducción de la búsqueda de la verdad. La argumentación dirigida directamente al estado de los rivales (por ejemplo, los argumentos ad hominem) debe ser experimentada como no falsa y relevante porque el objetivo real es el estado de suma cero compitiendo, NO el descubrimiento de la verdad. Nuestras arquitecturas cognitivas deben diseñarse para poner en cuarentena conjuntos de representaciones subversivas del estado de coalición, dejando paralizadas e inertes grandes partes de nuestro conocimiento. Los especialistas en la generación y transmisión de representaciones cultivan sistemas de creencias emergentes sobre su propia autoridad moral y experiencia que sistemáticamente exageran su imparcialidad, precisión y libertad frente a la corrupción. Esto impulsa la dinámica de la opinión de élite entre los intelectuales en los países avanzados, al igual que la política de mandarines, brahmanes, mulás, clérigos, rabinos y otros grupos de escribas letrados." Prof. John Tooby

  • Los juicios morales no surgen de la razón, sino del instinto, lo cual nos impide escuchar y entender a nuestro adversario y convierten el debate público en un griterío en el que todos creemos tener razón.
     
  • Enfatizar las identidades tribales es una idea muy mala en una democracia diversa.
     
  • La verdad más básica de la psicología social es el proverbio beduino que dice: “Yo contra mi hermano. Mi hermano y yo contra mi primo. Mi hermano, mi primo y yo contra el forastero.”
     
  • Cada vez que hay una nueva tecnología de diseminación de la información, desde la imprenta a la televisión, la televisión por cable, internet o las redes, cambia el equilibrio de las relaciones sociales y se forman grupos de maneras más nuevas y más rápidas. Somos muy propensos al tribalismo y a creer cualquier cosa que nos haga a nosotros buenos y a los otros malos, e internet y las redes sociales han permitido a la gente que crea cualquier cosa horrible sobre el adversario. Esto contribuye a crear un odio y miedo hacia el otro lado, a desarrollar una cultura emergente que a veces llaman posverdad. No tenemos buenas formas de limitar o examinar información que se extiende ampliamente.
     
  • Para entender cualquier grupo tienes que entender qué es sagrado para ellos. Alrededor, hay un espacio de ignorancia motivada en cuanto conviertes una cosa en algo sagrado estás dispuesto a pisotear o descartar otros valores.
     
  • La psicología moral normal juzga a la gente por sus intenciones. Si alguien se choca contigo sin querer por la calle, no creemos que sea agresivo, que deba ser castigado. Solo debe pedir disculpas y ya está. Si es intencional, si alguien te empuja, pensamos que es más grave. Pero en este cambio del lenguaje para ganar batallas retóricas, algunas subculturas políticas han desarrollado la idea de que no importa la intención sino el impacto. Si un miembro de un grupo demográfico protegido se siente incómodo por algo que se dice, la persona que ha dicho esas palabras ha cometido un acto de agresión, aunque las palabras sean un elogio o una expresión de curiosidad por el origen de alguien.
     
  • Hay que convencer a la gente para que renuncie a las afiliaciones tribales, enseñarles a conceder el beneficio de la duda, la capacidad para hablar con quienes son diferentes. Si sabemos hacer eso, la diversidad es una verdadera bendición. Pero si no, solo trae sospecha mutua y odio, se convierte en una maldición.
Favaloro 2019 650 version 2

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