viernes, 29 de marzo de 2019

Enviado por la red-SLAAI al Dr. Juan Carlo Amatucci; Médico y Periodista

La somnolencia que provoca la alergia y algunos medicamentos para su tratamiento, un problema al conducir. Por eso, nunca se automedique.
Estornudos en salva, secreción nasal acuosa, congestión y picor nasal, lagrimeo, picor en los ojos, cierta conjuntivitis… Si sufre estos síntomas, usted pensará que está acatarrado, pero también podría tratarse de una alergia al polen. ¿Cómo saber de qué se trata?
Desde la Dirección General de Tráfico (DGT) indican que lo mejor es acudir al médico, pero fíjese en si tiene conjuntivitis. El catarro no suele producirla –y sí fiebre y tos con expectoración– y la alergia sí la provoca –sin fiebre, con tos seca y fatiga nocturna–. Si, además, los síntomas desparecen cuando llueve y vuelven a cesar esta y empeoran con el viento, será alergia.

Los síntomas producidos por el ataque alérgico (lagrimeo, congestión nasal, fatiga, estornudos en cadena…) ya pueden dificultar la conducción segura. De hecho, al encadenar estornudos sin parar se retira la atención de la carretera hasta 15 segundos. Además, el 50% de los alérgicos sufre alteraciones del sueño –los que sufren congestión nasal no pueden dormir bien– y, por ejemplo, el 40% de los que padecen rinitis alérgica sufren somnolencia diurna, lo que también interfiere en la seguridad al volante.
También es importante tener en cuenta que los medicamentos que tratan estos síntomas, pueden afectar a la atención en la conducción. Entre ellos se encuentran los antihistamínicos, que se utilizan para tratar las enfermedades alérgicas. Desde hace algunos años incorporan en sus embalajes un pictograma que avisa de sus efectos sobre la conducción y en sus prospectos un apartado que explica los efectos, si los tienen. Los que utilizan como principio activo bilastina, ebastina, desloratadina, loratadina y terfenadina no producen efectos sobre la conducción y son, por ello, mejores para la seguridad al volante.
Asimismo, de los medicamentos susceptibles de ser recetados, los psicofármacos pueden tener los efectos más perjudiciales para la conducción. Los tranquilizantes, por ejemplo, actúan como depresores de la actividad psíquica, pueden variar el sueño, reducen los niveles de alerta, disminuyen el tiempo de reacción, pueden producir visión borrosa.
Y los sedantes, calmantes y reductores de la ansiedad, también pueden provocar efectos secundarios similares a los anteriores.
En cuanto a los estimulantes, actúan sobre el sistema nervioso central elevando el tono psicológico. Se emplean para tratar estados depresivos y cuando es necesario elevar el tono vital. Favorecen el desprecio al riesgo, la violencia al volante, la depresión y la somnolencia por efecto rebote, según los datos del portal de seguridad vial de la Fundación Mapfre. Según sus estudios, se estima que cerca del 10% de los accidentes de tráfico se deben a maniobras incorrectas del conductor, por consumo de medicamentos que alteran la capacidad para conducir.

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